Todos los objetos, todas las formas flotan...y se acumulan en la memoria.
La vegetación otoñece en la ventana del porvenir.
El origen se aleja, los nombres se fosilizan, uno empieza a perder la confianza en las sílabas...¡son tan poca cosa!
El oblicuo sol intenta desafiar al día, y en ese preciso instante, es siempre recomendable no estar sólo ante esa terrible costumbre de vivir.
...al final, el deambular de la pluma mal caligrafiando y ensuciando la hoja blanca, es un antídoto o placebo, y no tengo mas remedio que pedir perdón a las sílabas.
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